sábado, 19 de mayo de 2007

NO SE PUEDE SER POBRE

¿Sabeis que no se puede renunciar a los dividendos de las acciones?


Al principio de año, la Mutua Mapfre se transforma en S.A. y conforme a ley, todos los clientes que en realidad éramos mutualistas, recibimos las acciones que nos correspondían, 23 títulos.


Me sentí feliz. ¡Por fin soy capitalista! Yo que en mi vida he tenido un duro era propietaria de una parte de una gran empresa. En mi banco, amablemente se ofrecieron a hacerse cargo del depósito. Me olvidé del asunto.


Al poco me llega un cargo de 7,51 € por gastos de tramitación. ¡Pero si yo no quiero que me tramiten nada! Quieras o no eres tramitada y te cobro 7,51 €. Bueno, todo sea por ser capitalista.


El otro día me llega una notificación del banco. ABONO DE RENTAS, DIVIDENDO A CUENTA.


¡Ya llegó mi gran momento! Voy a recibir mi dinero.


¡¡¡Me pagan la increible cantidad de CINCO céntimos por título!!! Total 1,15 €. Y yo que pensaba irme a cenar com mi chico esa noche.


Pero he aquí que la cosa no termina en eso. Sigo leyendo y la notificación me dice que Hacienda me retiene 0,21 € en concepto de impuestos sobre la renta. ¿Qué renta, me pregunto? Bueno, me quedan 0,94 céntimos, para un café.


¡¡¡INOCENTE!!! El banco, mi amable banco, también quiere pillar cacho. Me cobra 0,50 céntimos por comisión, 0,30 céntimos por correo y me retiene el 16 % de IVA de la comisión y del correo, 0,13 céntimos. Total 0,93 céntimos. Restado de los 0,94 me ingresa la bonita cantidad de: ¡¡¡ UN CÉNTIMO!!!


RESUMEN: Hacienda cobra 34 veces más que yo y mi amable banco 80 veces más que yo.


Me lo pienso y digo:


.- Para un céntimo de mierda que se lo metan en el culo.


Con toda mi dignidad en lo más alto me dirijo al banco y les espeto:


.- Devolver éste ingreso. No quiero nada y renuncio a mis dividendos.


Mi orgullo estaba salvado.


.- Maruja, lo siento pero eso no es posible. He consultado con Madrid y me han dicho que legalmente no es posible.


.- Pues regalo mis dividendos a una ONG.


.- No creo que te lo admita. Esto es un regalo envenenado y no creo que nadie lo quiera.


.- ¿Y qué puedo hacer?


.- Sólo tienes dos opciones: O sigues tal cual, o vendes las acciones.


Despues de pensarlo un momento y con el ánimo derrotado, les comunico mi terrible decisión


.- Vendo.


Salí del banco con la sensación que eso de ser capitalista, sólo está hecho para los ricos.